
Ilustración: Emma Pumarola
Este cuento y esta ilustración han sido posibles gracias a:
Cuentan, que cuando el mundo fue creado, en el firmamento alumbraban el Sol y la Luna, que salían juntos y se escondían a la vez.
Afirman, que la Luna era más brillante que el Sol y siempre lucía redonda; pero que al aparecer los primeros humanos sobre la Tierra, las cosas empezaron a cambiar.
Sucedía, que cuando el Sol y la Luna se marchaban al otro lado del planeta, la mitad de la Tierra se quedaba en tinieblas y los habitantes de la parte oscura, aterrorizados y en completo silencio, casi ni se atrevían a respirar. Se escondían, temblando, en profundas cuevas y no se movían de allí hasta que la luz regresaba de nuevo.
Cuando supo lo que ocurría, la Luna se apiadó de ellos y le propuso al Sol:
—¿Qué te parece si enviamos un poco de nuestro resplandor a la humanidad para que pueda ver lo que tiene a su alrededor mientras nosotros no estamos?
—¡Ni pensarlo! —respondió el Sol—. Dar mi claridad significaría apagarme un poco y no estoy dispuesto a perder ni una pizca de mi brillo.
—¡No te apagarías! Tan solo darías un poco de tu luz. Como yo soy más brillante, pondría más y tú apenas notarías la diferencia.
—¡No, no y mil veces no! ¡No regalaré ni una pizca de mi luminosidad!
Ante la negativa del Sol, la Luna decidió mandar ella sola algunos de sus rayos a la Tierra para iluminar la penumbra y, al hacerlo, se apagó un poco.
Al llegar a la Tierra, los haces de luz de la Luna se desperdigaron y buscaron un lugar en el que poder brillar. Algunos se fundieron con oscuérnagas, que desde entonces se conocen como luciérnagas. Otros se enredaron en las alas de las hadas nocturnas, las que vuelan justo después del crepúsculo. Y unos pocos se marcharon a los pantanos o a los cementerios; a esos los conocemos como fuegos fatuos.
Pero aunque el regalo lunar había ayudado un poco, la parte oscura del mundo seguía estando muy oscura y los habitantes del planeta empezaron a llamar noche a las horas en las que el Sol y la Luna no estaban y día a las horas en las que la brillante luz de los dos astros alumbraba con todo su esplendor.
Al comprobar la Luna que a pesar de su regalo todo seguía inmerso en las sombras, decidió desprenderse de un poco más de claridad y, esta vez, envió sus rayos hacia el espacio. Aquella luz se fue quedando enganchada en trozos de piedra que vagaban por el negro vacío y así fue como se formaron las estrellas. Gracias a ellas, al mirar al cielo durante la noche, podemos orientarnos para no perdernos, porque es como si diminutos faros nos guiaran a través de las tinieblas.
Con este regalo, la Luna se apagó un poquito más y las cosas mejoraron algo en la Tierra, pero hacía falta más iluminación durante las horas nocturnas.
La Luna volvió a pedir ayuda al Sol:
—Sol, ya he dado mucha de mi luz y me estoy apagando. Por favor, ¿podrías ayudarme a iluminar un poco la noche?
Y el Sol contestó de nuevo:
—¡No, no y mil veces no! ¡No regalaré ni una pizca de mi luminosidad!
La Luna, entonces, le pidió ayuda al relámpago:
—Relámpago, por favor, ¿podrías ayudarme a iluminar un poco las sombras?
—Me gustaría ayudarte, Luna, pero ya sabes que mi fulgor solo dura un segundo y…¡Aunque se me ocurre una idea! Caeré sobre un árbol y dejaré allí prendida parte de mi claridad, así durará un poco más.
Y eso hizo. Se desplomó con fuerza sobre una vieja encina, cuya madera se incendió rápidamente, irradiando luz y calor a los hombres que estaban más cerca, los cuales, asombrados, se acercaron, se apropiaron de aquella nueva fuente de energía, la repartieron por toda la Tierra y la llamaron fuego.
Pero tampoco el fuego fue capaz de alumbrar lo suficiente las penumbras, además de que era difícil y peligroso de transportar. Por eso la Luna, ya con muy poca luz, decidió mudarse. Se despidió del sol y se fue a vivir a la noche para poder iluminar las tinieblas.
Desde aquel día, con el poco brillo que le quedaba, empezó a lucir durante las horas nocturnas, junto a las luciérnagas, las hadas, los fuegos fatuos, las estrellas y el fuego. Pero ni todos juntos a la vez podían vencer por completo la penumbra.
La Luna, en un último acto de generosidad, decidió entregar aún más luz y solo se guardó un poquito para ella. Tan poco, tan poco que ya ni siquiera podía brillar entera todas las noches.
A este último regalo de la Luna los humanos lo llamaron electricidad.
Con la electricidad, podemos ver durante la noche como si fuera de día, podemos viajar, leer o movernos por cualquier lugar y a cualquier hora, sin temor a la oscuridad.
Por eso, siempre que contempléis el cielo nocturno, acordaos de la generosidad de la Luna y tened muy presente que cada vez que encendéis una luz o a vuestro alrededor la noche se ilumina, es gracias a ella. ¡No malgastéis su precioso regalo!
Esta historia nos la contó, el Gran Guardián de los Rayos de Luna, que se encarga de repartir en la Tierra la electricidad a todos aquellos que se la piden y de explicarles cómo deben usarla para no malgastarla. Por él, hemos sabido por qué la Luna sale de noche y también por qué algunas veces luce brillante, otras no está entera y otras está apagada.
Tened siempre presente que la energía es un don muy valioso que no debemos derrochar. Informaos muy bien de cómo conservar ese preciado presente para no desperdiciar ni uno solo de los rayos que nos regaló la Luna…
…preguntad cómo hacerlo a…
FIN
Qué buena historia para concienciar a los más pequeños para no malgastar electricidad… Besitos
Fue un encargo de una empresa eléctrica 😉
Un cuento hecho a medida.
¡Un abrazo, Óscar!
Pido permiso para utilizar este cuento en mi próximo taller….Voy a intentar que los niños creen su propia mitología: el porqué de los fenómenos naturales a través de la imaginación infantil.
¿Permiso concedido?
Permiso concedido con todo el placer del mundo y muchas gracias por considerar que uno de los cuentos que hemos escrito puede serte útil para uno de tus talleres. ¡Felices de que nuestro cuentos vuelen lejos! Un abrazo, Natalia.
Y, por cierto, si alguno de tus chicos quiere enviarnos alguna de esas mitologías, estaremos encantados de incluirla en la sección «Contamos contigo» 🙂 https://martesdcuento.wordpress.com/colabora/comparte-un-momento/
Sería precioso…..
Muy bonito!
¡Gracias, Isabel! 🙂 Queremos contribuir, ni que sea un poquito, a preservar esa naturaleza tan hermosa de la que tú nos enseñas tanto en tu blog 🙂
Es una preciosa historia de generosidad la de nuestra Luna, y tan bien contada!!! . Como siempre, gracias por otro cuento maravilloso!!!
A ti, Juani, por tus puntuales visitas y por tus aportaciones. ¡Un gran abrazo!
Hermoso 🙂
¡Un abrazo, Loretta! 🙂 Nos encanta verte por aquí. ¡Muchas gracias!
¡Gracias a ti por compartir cuentos tan hermosos!
Madre mía… este blog es precioso! me sé más de una que les va a encantar, jijiji…
Gracias por tu comentario. Eso nos anima a seguir buscando cuentos especiales para todos vosotros. Estaremos encantados de que nos visites a menudo. ¡Un abrazo muy grande, nickblay!
Me encanto, la generosidad y solidaridad de la Luna. Y el mensaje final.
Estamos muy contentos de que te haya gustado el cuento. Sin duda, la solidaridad es algo que deberíamos poner en práctica un poco más. Si todos aportáramos un poco, nadie en el mundo carecería absolutamente de todo ni nadie lo tendría absolutamente todo. ¡Un abrazo, Mirtateresa! Y muchas gracias por visitarnos.
Delicioso, encantador y entrañable. Gracias por hacer que la vida sea más dulce y maravillosa con estos encantadores cuentos.
Podemos hacer un trato Toni: tú pones el salado, con cualquiera de los platos de tu Restaurante (¡¡¡todos están para comérselos!!!) y nosotros, de postre, contamos un cuento dulce con ilustración de Emma incluida 😀 😀 😀
Además del salado, pongo el vino 🙂
¡Tomamos nota, Toni! ¡Un abrazo bien grande! 🙂
Precioso cuento de generosidad y de la electricidad que ahora empuja incluso mi coche. Me encanta este espacio y vuestra generosidad al compartir estas lecciones tan bellas. Quiero pagaros compartiendo una entrada divertida en mi web sobre tendencias navideñas en España con la crisis. Saludos y enhorabuena. http://creativipy.com/christmas-trends-tendencias-navidad-2014/
¡Gracias por tu comentario María. Y gracias también por el enlace, ¡Nos ha encantado la decoración navideña en rojo y blanco!
La generosidad de la luna es impagable. Precioso cuento y con un solidario mensaje.
Un abrazo Martes y felicidades por este nuevo cuento.
¡Gracias, Marisa! ¡Un abrazo de martes también para ti y te deseamos una semana de cuento!
Pero qué bonito!!!! no conocía este cuento y me ha encantado…me lo guardo para contárselo a UBMF.
Besossssssss
🙂 ¡Eso que nos dices sí que es bonito! Esperamos que a UBMF le guste tanto a como ti. ¡Un beso para los dos! 🙂