
Ilustración: Fiep Westendorp
Una mañana, muy temprano, un estruendo despertó a los animales del zoo.
—¿Qué es eso? —preguntó la cebra, que casi perdió las rayas del susto.
—¡Vecino nuevo! —respondió el hipopótamo desde su laguna.
—¿Vecino nuevo? —se interesó el ñu.
—Eso parece —dijo el búho desde lo alto de su árbol con voz solemne.
—Me da igual. No son horas de armar tanto jaleo —protestó el avestruz, que ya había sacado la cabeza de entre sus plumas.
—¿Creéis que serán gacelas o ciervos? —preguntaron el tigre y el león.
—Seguro que son peces, peces grandes para mi estanque —se relamió el cocodrilo.
—Vosotros siempre pensando en comer —chilló el puercoespín.
—Pues a mí me suena a elefante —opinó el oso pardo.
El ruido del animal bajando la rampa hasta su nuevo hogar interrumpió la discusión. Todos estiraron el cuello para intentar ver a través de las rejas, los árboles o los matorrales, sin conseguir divisar nada.
La jirafa, tan alta, fue la única capaz de ver lo que bajaba del camión, pero como también era muda, no podía contárselo a sus compañeros.
—¡Es gris! —gritó un perrito de las praderas que entendía los golpes que la jirafa daba en el suelo.
—¿Tiene pelo? —preguntó, impaciente, la hiena.
—No lo sé, pero dice que tiene cuernos.
—Será un ornitorrinco —opinó el buitre—. Dicen que son animales realmente raros.
—Yo he oído hablar de ellos —dijo el macaco—, pero no recuerdo que tuvieran cuernos.
Entonces, el nuevo vecino se acercó a la valla y se presentó.
—Buenos días, soy el rinomedario. ¿Qué se hace por aquí?
—Buenos días, amigo rinomedario —saludó el león, que era el jefe—. Por aquí no se hace gran cosa, salvo dormir, comer y posar para que los humanos hagan fotos de vez en cuando.
—Pues vaya sitio más aburrido —respondió el rinomedario.
—No lo creas —defendió la hiena—. Es más fácil que vivir en la sabana; no tenemos que preocuparnos de cazar la comida o de que nos la roben los leones.
—Bueno, eso no es problema porque yo no como carne.
—¡Ah! —exclamaron los demás animales, aliviados por no poder servirle de cena.
—No tenemos que andar kilómetros en busca de una charca para beber —dijo la cebra.
—Eso no es problema. Yo almaceno el agua en mi joroba y nunca tengo sed.
—¡Uh! —dijeron todos sorprendidos.
—No tenemos que preocuparnos de que los depredadores nos coman —informó la gacela.
—Eso no es problema. Mi piel es dura y mi cuerpo grande.
—Vivimos sin miedo a que los furtivos vengan a por nuestros colmillos —dijo el elefante.
—De donde yo vengo, no hay de eso. Nadie nos caza por nuestros cuernos.
—Y ¿de dónde vienes, si puede saberse? —preguntó el puercoespín.
—¿De la selva? —rugió el tigre.
—¿De los ríos profundos y embravecidos? —aventuró el cocodrilo.
—¿De un desierto abrasador? —propuso el camello.
—Nada de eso. Yo vengo de la imaginación.
—¿Imaginación? —preguntaron—. Nunca oímos hablar de ese lugar.
—¡Sois unos necios! —chilló la lechuza—. La imaginación puede ser como la sabana, la selva o un desierto; puede ser la profundidad del mar, la superficie de una estrella o todas esas cosas al mismo tiempo. La imaginación está en la cabeza de los niños y es un absoluto disparate, como nuestro amigo aquí presente.
—¡No soy ningún disparate!, soy un rinomedario. Y en la imaginación también hay brontodáctilos, perricerdos y flamegartos.
—¿Perricerdos? —Se asombró la pantera—. Y eso ¿a qué sabe?
—Pues a pollo, como todo lo demás— contestó el tigre.
—Vosotros veréis, pero los humanos ya no querrán hacernos fotos si hay perricerdos y flamegartos —sentenció la lechuza antes de volverse al agujero del árbol en que vivía.
Esto preocupó al resto de animales, que se reunieron lejos del rinomedario para debatir la situación y si estaban o no dispuestos a vivir con aquel animal tan extraño.
—La lechuza tiene razón, ¿dónde se ha visto un animal mitad rinoceronte, mitad dromedario? —dijo el león.
—A los niños les gustan las rayas de las cebras —intervino el ñu—. No creo que eso cambie.
—No sé yo —lloriqueó el hipopótamo—. Mirad lo que pasó cuando trajeron al puercoespín. A mí no me hicieron caso durante un mes entero. Me sentí muy solo.
—Es por la novedad, pero luego se les pasa. Siempre se les pasa. ¿Verdad? —dijo el avestruz poco convencida.
—Dejaremos que se quede un tiempo y, si no nos gusta, me lo como —ofreció el tigre, que ya se estaba relamiendo.
Cuando los humanos llegaron, solo querían hacerse fotos con el rinomedario, y así un día, y otro, y otro. Los niños corrían hacia el cercado del animal, ignorando al resto de habitantes del zoológico y los padres los seguían, fascinados por aquel bicho tan raro.
Pasadas dos semanas, los habitantes del zoo se reunieron de nuevo.
—Por más saltos que doy, nadie me hace caso— se quejó la gacela.
—Yo he aprendido acrobacias nuevas, pero no tengo público al que enseñárselas— dijo el mono.
—Rujo y rujo, me estoy quedando afónico y ningún niño me mira siquiera— contó el león.
—Entonces está decidido, me como al rinomedario— dijo el tigre pensando en lo rico que debía estar.
Pero los cuidadores se habían dado cuenta de los planes del tigre y, antes de que encontrara la forma de comérselo, devolvieron al rinomedario al lugar del que procedía, para que viviera tranquilo con los unicornios, los flamegartos, las esfinges y los hipogrifos.
Y es por eso, mis queridos niños, que para poder ver alguno de estos animales, debéis visitar el zoo de vuestra imaginación.
FIN
Muy buen artículo!!
🙂 Gracias, Mariela.
Me encanta
La imaginación es como un ser mitológico y tenemos que cuidar de él. Este cuento también es uno de nuestro preferidos 😉
¡Un abrazo, Mariela!
Me gusta la nueva colección!!
🙂 Nos alegra que te guste. Cada martes cuentos y para cuando quieras, poesías y mitología 😉 ¡Leer es siempre una gran experiencia!
Muchas gracias por información, me encanta !!
🙂 Gracias por tu comentario. ¡Un abrazo!
¡Es que me encantan vuestros cuentos! 😀
🙂 ¡Cómo nos alegramos de leer eso! Feliz viernes 😉
Simplemente hermoso. Mi niño interior lo leyó extasiado y releyó gustoso a pesar del molesto gatoperro que insistía en meterse al cuento. Un gran abrazo
😀 😀 😀 Ese gatoperro ya forma parte de la fauna de Isla imaginada 🙂 ¡Gracias por tu aportación!
Uffff, casi ni tiempo para salir de zoo, por fin puedo leer el cuento que me lleva a esa realidad imaginada y como buena cabra que soy y no dejo de escalar montañas de palabras que deleitan mi fantasía pues después de leer y leer y sonreír y ser feliz con los personajes… pues a lo loco, aquí va mi especie de poema o no sé cómo llamarlo… Me ha encantado el cuento, la ilustración las palabras maravillosas. Os felicito. Y os aseguro que después de leer el cuento tuve la siguiente experiencia:
Había una cabra loca
en un risco acantilado
que le gustaba el pescado
y no sabía nadar…
Un delfín enamorado
de la cabra loca loca
dio un salto sobre la roca
y dejó junto a su boca
un pez del fondo del mar.
Yo lo pude presenciar
volando, como gaviota…
JS
😀 😀 😀 Ya sabes que en Isla Imaginada los relojes no son como los de aquí. Allí siempre es tarde, siempre es pronto o no existe el tiempo, así que no te preocupes 😉
¡Me ha encantado la poesía loca!, aunque a nuestra amiga Salmón, la autora del cuento, no sé yo si le hará mucha gracia eso de pescar peces para regalarlos a las cabras 😀 😀 Sea como sea, he disfrutado imaginando la escena. ¡Un abrazo, Julie! De cabra a cabra 😉
Qué poema más bonito.
Gracias por tus palabras.
🙂
Qué gran tesoro la imaginación, y qué pena que (en líneas generales) se vaya degradando con el tiempo. Besitos Martes
Para eso tenemos los blogs, para «asaltar», de vez en cuando, el mundo de la imaginación y olvidarnos un poco de todo lo prosaico que nos acecha. ¡Un abrazo, Óscar! Te añoraba mucho 😉
Toc,toc, toc….
Por fin me puedo sentar en tu rinconcito para poder disfrutar de un bonito cuento. (Shhhhh… Cachorrito duerme a mi lado… Shhhh…)
Gracias (Nona) Martes de cuento. 🙂
La ilustración es hermosa
Besicos de colorines colorados 😉
🙂 ¡Shhhhhssssssssssss! ¡Silencio en Isla Imaginada!, ¡que nadie despierte a Cachorrito! 😉 ¡Besitos para los dos!
Me encanta la última frase!! El Zoo de la imaginación. Cuánto imaginamos en la infancia y lo más gracioso es que ahora nuestra imaginación se sostiene. No la perdamos!! Un beso.
Si perdemos la imaginación, perdemos parte de nuestra esencia como seres humanos completos. Es como perder la capacidad de amar, de perdonar… sin todo eso, no somos seres completos 😉
Eso es lo fundamental. No perder la imaginación, porque si lo hacemos nos volvemos unos adultos aburridos y malos, que no entienden ni a animales ni a niños y están todo el día amargados.
¡Qué horror! Las recetas de imaginación deberían entrar por la mutua médica. ¡Vaya enfermedad terrible la de estos adultos! 😉
Que buen cuento, la imaginación es maravillosa que nadie nos la corte, feliz dia beeessssoooosssss
¡Eso!, que la necesitamos para todo… ¡incluso para imaginar nuevas recetas! 😀 😀 😀 ¡Un beso, Maribel!
Ese zoológico de la imaginación es infinito. Gracias por tan bello relato, nos vemos por allá, en el zoológico de imaginolandia.
Creo que en él andan también tu Dracocornio y tu Dragón comemoscas 😀 😀 😀 ¡Esta reserva animal cada día es más original y grande! 😉
Y seguirá creciendo 😀
😉
Un cuento delicioso como un tarro de dulce de leche ! Gracias Aurora e ilustrador y Martes de cuento!
Comparto
¡Ohhhh! ¡Qué rico el dulce, de leche! Me gusta muchísimo. Y tienes razón en que este cuento de Aurora es igual de dulce 🙂
Me encanta tu cuento de hoy. ¿Recuerdas aquel programa de los galiifantes y todo eso? Desde luego, de la diversidad siempre sale algo hermoso, como tu cuento.
Un beso enorme.
🙂 Sí que lo recuerdo, aunque no sé si Aurora, la autora del cuento de esta semana los tenía en mente al escribirlo… ¡Me parece a mí que no! Al menos de forma consciente 😀 😀 😀
Jajaja. Pobres gallifantes, otros incomprendidos en un mundo sin imaginación.
😀 Si es que Realidad es una vieja bruja que disfruta fastidiando a la pobre Imaginación. ¡Ella solo quiere hacer cosas bonitas, pero no la dejan!
Qué gracioso. Me ha gustado mucho el poder de la imaginación en este cuento.
🙂 La imaginación es más poderosa de lo que creemos y cuentos como el de Aurora nos lo recuerdan 🙂
Qué importante es la imaginación y cómo la descuidamos a veces 🙂 Muy buen cuento, que hace ir creando a cada animal en nuestra mente.
Y seguro que si los dibujáramos, serían todos distintos. El poder de la imaginación no tiene límites 🙂
¡Felicidades Aurora! En verdad la imagen de un zoo de animales imaginarios es fantástica, y como salen de la imaginación de cada uno la lista de habitantes es infinita. Habrá que hacer hueco en Isla Imaginada para tanto «bichito» . Es un honor compartir historias con autores maravillosos.
Gracias amiga Martes ¡Un abrazo grande! Ahhhh! Se me ocurre uno nuevo:
Cigüellena o Balleña. ¿Te suena?
Me gusta eso de Cigüellena ;P.
A este paso vamos a tener que montar en Isla Imaginada una reserva natural para todos estos pobres bichillos incomprendidos, su propio Parque Nacional.
Y gracias, Juani. Para mi también es un honor compartir historias con tanto talento, disfrutar de vuestras letras y aprender, que esto de escribir para niños es la mar de complicado.
Aurora, es complicado pero muy satisfactorio. Es un público sin condicionamientos ni prejuicios. A los niños si les gusta te lo dicen y si no pues también. Así que cuando me dicen «a mi niño le encanta tu cuento» pues me llevo una alegría grande.Saludos.
😀 😀 😀 Estoy de acuerdo contigo Juani, ¡eso es lo mejor que te pueden decir!
😀 😀 😀 ¡Me encanta la idea! Un trozo de Isla Imaginada para todos los animales fabulosos que han existido, existen o existirán. ¡Me encantaría pasearme por allí! 😉
No me provoques, que me pongo a reunirlos y te hago un bestiario de aquí a navidades. Sabes que yo me vengo arriba enseguida y me apunto a un bombardeo ;p
😀 😀 😀 ¡Lo malo de tener la cabeza llena de ideas es que no hay tiempo para llevarlas todas a la práctica!! Pero si te animas, sería un libro precioso. Me lo imagino como los antiguos bestiarios medievales…
http://i41.tinypic.com/10dwex3.jpg
😀 😀 ¡Me suena, me suena, amiga Juani! la mezcla de una cigüeña despistada y de una dulce ballenita que empieza a descubrir el mundo 😉
A ver quién es el valiente que se atreve a imaginarlo y dibujarlo!!!
😀 😀 😀 Tendremos que lanzar un reto y a ver quién se anima 😉
😀 😀 😀
Besos jajaj y risas
Y hoy alguna piedrecita de colores también 😉
Me ha encantado el cuento, sobre todo porque los adultos hemos dejado de lado la imaginación y si no tienes imaginación eres un aburrido. Gracias por el cuento
Te voy a contar un secreto. Andamos por el mundo, me consta, un montón de adultos que no hemos dejado la imaginación de lado (solo tienes que ver todos los que leemos y escribimos en este y otros blogs), pero es triste que tengamos que ir por la vida disimulando. La imaginación está mal vista porque es incontrolable, y lo peor es que, a día de hoy, se está intentando privar de ella hasta a los niños, y todos sabemos que un niño con imaginación será un adulto capaz de cualquier cosa.
Gracias por comentar.
¡Qué cierto!, cualquier avance, cualquier invento, cualquier mejora de la humanidad se construyó antes en la imaginación de alguien. En lugar de enterrarla se debería promover; todos saldríamos beneficiados 🙂
Una genialidad como casi todas las que nacen de la imaginación! Gracias por el nuevo regalo de los martes.
Gracias a ti, Toni, por leerlo y dejar unas palabras.
🙂 La imaginación es un cofre lleno de tesoros inagotables. Cada nuevo descubrimiento abre el camino a mil más. Con autoras como Aurora tenemso muchos martes asegurados 🙂 ¡¡Un abrazo, Toni!!
Precioso. Visualizar los rinomedarios, (los unicornios, los flamegartos, las esfinges y los hipogrifos) es bastante fácil con este cuento.
Un abrazo.
Venga, Gema, que a ti te sobra imaginación para verlos sin cuento y todo, yo solo te he dado un empujoncito. Un besazo.
😀 😀 😀
Aurora consigue poner en marcha nuestra imaginación para que los veamos dibujados ante nuestros ojos 😉
Estoy de acuerdo. 🙂
😉
Un cuento precioso, defensor del poder de la imaginación y además con mucho sentido del humor. Me ha encantado, enhorabuena a su autora.
Gracias, Evavill. El trabajo de el escritor solo tiene la mitad del mérito, si los lectores son tan maravillosos e imaginativos como vosotros, es normal que los cuentos queden preciosos.
🙂 los amantes de los cuentos son los que dan VIDA a las historias. ¡No podría estar más de acuerdo!
🙂 ¡Un abrazo, Eva!
Es fantástico!! Ya me gustaría a mí verlos 🙂
Besos!!
Eso es la mar de fácil, sólo tienes que cerrar los ojos y viajar a tu imaginación.
¡Eso!, seguro que encuentras el camino 🙂
😀 😀 😀 ¡Vigila! Que en el momento en que lo hagas ya no vas a poder parar de imaginar.
Siempre hay expertos en intentar aniquilar sueños. Que nos nos quiten lo que nos queda, cuando ya todo está perdido, donde nos agarramos en los momentos sufridos. Que nos dejen inventar, que la imaginación es gratis, de momento jjjj
un besaco mi chica del Martes
Tienes razón, la imaginación es gratis, y seguirá siéndolo, créeme.
Jjj espero que a nadie se le ocurra que es de consumo extraordinario kkkk
Un beso
Pues no lo descartes…
🙂 ¡Eso no habrá quien nos lo quite!
🙂 Nada sería de nosotros sin ese espacio, lejos de todo y de todos, que nos permite imaginar. Un refugio en el que esconderse de los andan a la caza de los sueños. Un beso grande mi querida marguimargui. 😉
Tubo de escape de vida jjj, con los pies en la tierra no se puede andar continuamente
Si no remontas de vez en cuando el vuelo, te vuelves tan serio y responsable que mutas a piedra 😀
Uy que aburrido antes muerta que parecer una piedra jJaja
😀 😀 y encima todas tienen la misma cara.
Una cara muy dura Jajajaja
😀 😀 si es que te lo he puesto a tiro de piedra 😀 😀
He disfrutado muchísimo leyendo este cuento, una delicia que puede endulzar cualquier momento del día. Gracias una vez más, amiga. Un fuerte abrazo.
Me alegro de que te haya gustado. En realidad, si lo piensas, todos somos un poco rinomedario alguna vez.
Me gusta mucho la forma y el contenido del cuento; los animales inventados, sus nombres, su final… Sí, todos, alguna vez, somos un «vecino nuevo rinomedario».
Sin duda, Isabel, todos hemos sido alguna vez mirados un poco como bichos raros y puestos en cuarentena 😉 Lo importante es saber que por muy rinomedarios que seamos siempre hay un lugar en el que podemos vivir en paz y ser queridos.
😀 😀 ¡yo me pido ser flamegarto!
🙂 Me gusta pensar que ese azucarillo ha servido para ayudarte un poco en estos momentos delicados. ¡Gracias por seguir cerca! ¡Un abrazo, querida Isabel!
No quiero ni imaginarme las combinaciones que se podrían hacer con un ratón.
Pero ya puestos, ¿cómo imaginas un ratonlibro?
Estoy segura de que las combinaciones son infinitas, es lo que tiene la imaginación que nunca se acaba. Estoy segura de que, entre rinomedarios, perricerdos y flamegartos, hay algún libriratón, que tienen alas de páginas de libro y el resto de animales les quieren mucho porque enseñan muchas cosas a los habitantes de la imaginación.
🙂 ¡Qué magnífico diccionario mitológico estás creando Aurora! Necesito conocer al flamegarto urgentemente. ¡¡Me encanta ese nombre!! 😀 😀 😀
Es un bicho fabuloso, con escamas de lagarto debajo de sus plumas rosas de flamenco. Además son muy sociables y cariñosos.
🙂 ¡Ya me lo estoy imaginando! Más de uno lo tendrá en su casa como compañero de juegos.
😀 😀 Había oído hablar de ratones de biblioteca, ratones viajeros e incluso de ratones fabricantes de queso, pero tendré que investigar por la Isla a ver si encuentro esa nueva especie 😉
Lo extraordinario siempre estará acosado por lo ordinario y mediocre. Estupendo cuento
Gracias, David. Tienes razón, y es una pena, porque el mundo es mejor cuando también hay gente y animales diferentes. Un abrazo.
¡Viva la diversidad!
¿Verdad? A la que te das la vuelta, ¡zas! lo prosaico se cuela por cualquier sitio.
El cuento es precioso, como no podía ser de otro modo. Aurora tiene el don de la palabra y en su blog lo demuestra a menudo 😉
Al leerlo pensé que era un clásico, sabiendo que es de Aurora Losa, autora que adoro, lo disfruto el doble.
🙂 Tenemos gustos comunes… ¡A mí también me encantan las letras de Aurora!
Esas nuevas especies son mis favoritas. Jajaja. Sin duda alguna.
En Cabo Leeuwin viven algunas, de las que no se por qué extraña razón, nunca he hablado.
☻
¿De verdad? Deberías presentarnos a esas especies de Cabo Leeuwin, en Isla Imaginada todos somos gente pacifica y tolerante, acogen lo mismo a rinomedarios que bichos lectores, salmones cuenta historias y ratones de biblioteca.
🙂 Que cierto, Aurora. La ventaja de Isla Imaginada es que no tiene fronteras y en ella cabe todo 😉
¡Pues ya tardas en descubrirnos esa mágica mitología! 😉 Seguro que en tu isla hay seres mágicos escondidos en cuevas marinas, bajo la arena o dentro del tronco de los árboles. Si las focas saben escribir, ¡ni imagino qué hará el resto!
La imaginación, ese reino en el que todo es mágico y posible. Cuando mi vida me resulta insoportable, me voy allí y tengo esos ratitos de felicidad que en ocasiones me faltan. Aunque hay que tomarla en pequeñas dosis para que no se confunda con la realidad 😛
Un abrazo.
Es un sitio que, tomado en pequeñas dosis, aporta cordura pero, como bien dices, hay que tener cuidado, no vaya a ser que nos confunda y creamos que es el mundo real.
Sobre todo en ocasiones, al ver según qué realidad uno querría teletransportarse y quedarse ahí para siempre 🙁
🙂 En Isla Imaginada el tiempo, el espacio y las cosas tienen una dimensión distinta y cuando vas allí te olvidas de casi todo. Eso sí, como tú dices, con mesura, no sea que nos pase lo que a Alonso Quijano y acabemos luchando contra molinos de viento. ¡Feliz martes de cuento!