
Ilustración: Enrique Carlos
Al norte de la India, a los pies del Himalaya, la morada de la nieve, vivió en un santuario budista un monje, cuya misión era la de proveer de agua a todo el templo y a los que en él habitaban.
Para ello, transportaba el líquido elemento desde un río cercano hasta el monasterio con la ayuda de dos grandes vasijas de barro, que colgaba de los extremos de un largo palo, el cual cargaba sobre sus hombros.
Recorría sin prisa el camino que separaba el templo del arroyo un par de veces al día, en ocasiones hasta tres, para que nunca le faltara a nadie agua para beber, para lavar o para lavarse.
De las dos vasijas, una era perfecta y transportaba el agua sin derramar ni una sola gota. Siempre se jactaba de lo bien que hacía su trabajo.
La otra, en cambio, tenía una grieta en su cuerpo y cumplía su labor solo a medias. Durante todo el recorrido, desde el río hasta el templo, iba perdiendo agua y llegaba a su destino solo con la mitad de la carga.
Durante dos largos años nada cambió. Todo siguió exactamente igual: el mismo trabajo, la misma vereda, el mismo monje y las mismas vasijas; una perfecta, la otra imperfecta.
La vasija perfecta se sabía perfecta, consideraba que su trabajo era perfecto y estaba muy orgullosa de su perfección.
La vasija agrietada, en cambio, cada vez estaba más y más avergonzada de sus limitaciones. Se sabía imperfecta y sufría mucho, porque estaba convencida de que su imperfección le impedía hacer bien el trabajo para el que había sido creada, el cual solo podía cumplir a medias.
Una tarde, junto al río, mientras el monje estaba llenando los dos recipientes, la tinaja que perdía agua habló:
—Perdóname. Por culpa de mis defectos, tú tienes que trabajar más. Me siento muy avergonzada y quisiera disculparme contigo. Hago mal mi trabajo porque solo llega al templo la mitad de mi carga y por eso debes hacer más viajes. Lo entenderé si quieres cambiarme por una vasija tan perfecta como mi compañera.
El aguador, un hombre bueno y sabio, la miró compasivamente, con una sonrisa en los labios, y le dijo:
—Volvamos ahora al templo. Durante el camino de regreso, olvídate de tu grieta y fíjate solo en las flores que crecen a lo largo del sendero.
La tinaja así lo hizo y vio muchas flores preciosas que crecían en el margen, pero eso no borró la pena que sentía. La belleza de las flores no cambiaba que fuera imperfecta y que en su interior solo quedara la mitad del agua con la que había iniciado el recorrido. Las flores no consiguieron cambiar que ella hiciera solo la mitad de su trabajo.
Al llegar al templo, el monje habló de nuevo con la tinaja agrietada:
—¿Te has dado cuenta de que solo crecen flores en la parte por la que tú vas? Yo siempre he sabido de tu imperfección. Siempre he sabido que tienes una grieta y, por eso, quise sacar partido de ella; quise que fuera útil. Desde hace dos años he ido sembrando semillas a lo largo del camino y tú, sin sospecharlo, las has ido regando a diario y las has hecho florecer. Yo he recogido esas flores para adornar con ellas las estancias del templo. Si tú no fueras tal y como eres, no hubiera sido posible crear y disfrutar de tanta belleza.
FIN
Que cuento mas bonito, el aguador hace un papel crucial, ante el problema encuentra una solución y todos contentos.
Seremos mas positivos que hace falta
besss feliz domingo 🙂
🙂 Sí, Maribel, deberíamos tomarnos las cosas mejor y mirar los defectos, ajenos y propios, desde otra perspectiva.
Un abrazo de lunes 😉
Abrazoteee 🙂
Ser perfecto, a aparte de imposible, debe de ser aburridísimo. Precioso el cuento.
Cierto, la perfección es monótona a más no poder. Debe ser parecida a esas máquina en una cadena de producción que siempre hacen el mismo trabajo una y otra vez. Supongo que, por eso, de vez en cuando se equivocan, para poner un poco de emoción a la rutina perfecta 😉
¡Feliz día!
Es un cuento precioso que nos enseña a ser constantes, imperfectos, humildes,nos muestra lo hermoso que es hacer algo por lo demás… me ha gustado mucho y te mando mi ¿tal vez haikus? como resumen. Mi abrazo fuerte y mi admiración.
Arroyo claro
dos vasijas de barro.
Pasos y peso.
La sed se agranda
el agua es necesaria.
Son dos vasijas.
Grieta en el barro
va goteando el agua.
Largo el camino.
Y pasa el tiempo
imperfección sagrada.
Nacen las flores.
Tierra y semilla
florece la constancia.
Flor el trabajo.
Julie Sopetrán
No sé si son haikus, o pensamientos de poeta, pero me encantan. Tienen la sencillez y, a la vez, la profundidad de la filosofía oriental .
Gracias, Julie, por concentrar el aroma de los cuentos en el perfume de los poemas.
Un abrazo inmenso.
🙂 ¡Qué me lo digan a mí, Marieta! Que de las filloas imperfectas que hice con tu receta perfecta hice unos rollitos de gambas geniales.
¡Aún me chupo los dedos al recordar como me quedaron! 😀 😀 😀 😀
Me conmovió, que historia tan hermosa.
🙂 Siempre es posible sacar alguna cosa buena. Incluso de donde menos esperamos.
Feliz día 😉
😉 Feliz día
Qué bonito. Es que ser imperfecto es mejor que ser perfecto. Besitos
Es que ser perfecto me parece que es imposible y si alguien pretende serlo, seguramente lo pasará muy mal 😉
¡Un abrazo, Óscar!
¡Qué hermosura de cuento! Es realmente conmovedor. Muy sabio el aguatero, que aprovechó la fisura para el riego de las semillas del camino. Ahora la vasija va poder disfrutar de las flores, que le recordarán que su «imperfección» es perfecta para ellas. Un saludo grande.
🙂 Es un cuento que nos enseña a aceptarnos tal y como somos, con «grietas» incluidas.
Nos alegra mucho que te haya gustado 😉
Un abrazo.
Si es que muchas veces nos empeñamos en pensar que la imperfección es un defecto. Por ser humanos, somos imperfectos y ay! de quien piense que no lo es, porque entonces debe ser insoportable. Yo, apoyo la belleza de lo imperfecto.
Besetes, Nona, de una imperfecta que sabe que lo es.
😀 😀 😀 Hay muchos insoportables en la vida que se dedican a señalar las grietas ajenas y creen que ellos no tienen ni una 😉
Besos, María.
P.D. no cambies tus «imperfecciones» por nada del mundo porque, seguramente, son ellas las que hacen florecer tu entorno para alegrar a los que tienes cerca 😉
Qué preciosa historia!! Y cuánto se puede llegar a aprender incluso de las cosas que creemos imperfectas… Gracias, Martes de Cuento!!
🙂 Es pura filosofía oriental de la que tú sabes mucho.
Estoy segura de que tus padres, alguna vez, te han contado esta historia o una similar 😉 Espero que algún día incluyas alguna en tu blog o me la cuentes a mí para hacer crecer Isla Imaginada.
No estoy segura de que sepa mucho acerca de filosofía oriental! 🙂 pero intento recordar las enseñanzas de nuestros mayores, que tanto esfuerzo y dedicación han destinado a que seamos personas de bien 😉
Me encantará compartir contigo alguna historia similar… consulto con mis padres!! Besos!!
🙂 Si recuerdas las enseñanzas ya has aprendido. ¡Espero ese cuento! 😉
Un abrazo.
Lo conocía y me ha encantado releerlo. Gran optimismo, una vez más: hasta lo que parece no valer, puede tener un sentido en la vida. Saludos!!!
Es cierto, a veces creemos que somos muy poca cosa y alguien tiene que hacernos ver que aportamos mucho, aún sin sospecharlo.
¡Feliz día! 🙂
Hace un tiempo, con una amiga, íbamos a leer a un asilo de indigentes y abandonados y éste era uno de los cuentos que les leíamos. Como muchos de ellos tenían problemas mentales, debíamos leerles cuentos sencillos y repetirlos semana a semana. Gracias por el recuerdo y el precioso cuento.
Un abrazo.
🙂 Seguramente, no solo les llevasteis cuentos, sino también esperanza y cariño.
Tal vez, al oír este, alguna de esas personas pensó que aún y con sus «imperfecciones», algo podía ofrecer todavía. Quiero pensar que vuestra voz hizo florecer esperanzas en el camino de alguien.
Abrazos.
Me ha encantado el mensaje que nos deja este cuento Martes. ¡Felicidades!
Un abrazo
Seguro que te inspirará un precioso poema, Marisa.
Miles de besos 😉
Siempre es bueno que nos recuerden la perfección de ser imperfectos.
Muy buen cuento, con una moraleja que enseñar a mi niño.
Un saludo.
🙂 Intentar ser perfectos es muy cansado. Es mucho mejor analizar nuestras «imperfecciones»(o lo que creemos o nos han dicho que lo son) y sacar provecho de ellas.
Me alegra saber que eres de las personas que cuentan cuentos a sus hijos 😉
¡Feliz día!
Tu versión me ha encantado! Que bonito es encontrar utilidad a todo! <3
Gracias por un nuevo martes hermoso 🙂
🙂 Qué bien saber que te ha gustado el cuento.
Eso de encontrar utilidad a todo, me ha recordado a mi querida Mafalda 😀 😀 😀 😀
https://rojotransitorio.files.wordpress.com/2011/07/mafalda_todo_sirve.jpg?w=1400
Me llama la atención de que la vasija indemne no protestara por no recibir las mismas lisonjas que el monje ofreció a la quebrada. Me pregunto si su actitud sigue también la pauta budista.
En cualquier caso, un cuento que invita a la reflexión es siempre un buen cuento. Y con ese nivel de ilustración, se convierte en una pequeña joya.
Salud e imaginación, Martes de Cuento
Muchísimas gracias por tus palabras a la parte que me toca ^___^
Me encantó ilustrar este cuento. Me alegra que te gustara.
¡Saludos!
¡Felicitaciones por la ilustración! Logra un efecto hermoso el contraste entre las flores reales y el dibujo… ¡hasta parece 3D!.
¡Muchas gracias! La verdad es que no suelo hacerlo, eso de mezclar fotos y dibujo. Pero para esta ocasión lo vi claro desde el principio. Me alegra muchísimo que guste el resultado, la verdad. 🙂
🙂
Es una ilustración genial. Hemos tenido la gran suerte de contar con un gran artista como es Enrique Carlos y eso, sin duda, se nota 🙂
¡Muchísimas gracias! Vaya, me voy a poner «colorao» X-D
😀 😀 😀 Puedes hacerlo con total libertad, detrás de la pantalla no lo notaremos 😉
🙂
😀 😀 😀 La vasija perfecta no necesita que nadie le diga lo bien que lo hace, ella ya lo sabe.
En cuanto a la ilustración… ¡Qué voy a decir! Ojalá pudiera contar siempre con ilustradores de esta talla. Y no solo me refiero a la talla artística, sino a la humana, porque Enrique Carlos es encantador 🙂
Me he sentido la mar de cómodo e ilusionado con la colaboración, la verdad. Espero que sea la primera de muchas ^__^
¡Gracias por esas palabras tan bonitas!
🙂 Que sepas que me guardo este comentario en caja de oro. Cuando quieras, esta es tu casa, puedes pasearte por Isla Imaginada siempre que quieras 😉
Un abrazo de los grandes.
Estupenda actitud del monje y estupenda moraleja, me gusta formar parte de las vasijas imperfectas.
Gracias Nona. Un placer leer este cuento.
Un abrazo de los que hacen crecer las flores.
🙂 Gracias por ese abrazo, Isabel, que ha hecho florecer mis ánimos.
Creo que, lo sepamos o no, todos somos «imperfectos» pero seguro que la mayoría hemos hecho brotar alguna flor 😉
Qué hermoso relato!!!!… gracias infinitas por compartirlo…
La manera en que las imperfecciones de la tinaja agrietada sirven de fuente de vida, al depositar semillas mientras el monje transita la senda: es perfecto. También nos recuerda que muchas veces el exterior es solamente una fachada. Y que la imperfección puede, en definitiva, sernos provechosa. Un abrazo!. 😀
🙂 Feliz de leerte, Aquileana y feliz de que te haya gustado el cuento.
Sin duda, como dices, nuestras imperfecciones pueden convertirse en aliadas si sabemos cómo sacarles partido.
¡Un abrazo de miles de kilómetros!
A mí me ha encantado esta leyenda. Está llena de sabiduría y anima mucho para seguir por la vida con nuestros defectos a cuestas. Alguna flor haremos brotar.
Besos, Martes.
Y esta versión de Martes la hace más clara y valiosa. Muy bonito y acertado el comentario, evavill. 😉
🙂
Eso no lo dudes. Sobre todo la leyenda vale para escritores geniales que no acaban de creerse del todo que lo son 😀 😀 😀 😀 Me refiero a esos que hacen brotar flores en el alma de sus lectores con sus letras.
¡Un abrazo, querida Eva!
Conocía ya una versión de este cuento. Lo que más me ha gustado esta vez es la historia de la ilustración y el ilustrador que la acompaña. Nos podría servir para el proyecto ‘ilustracuentos’. ¿Qué te parece?
¡Me alegra mucho que os guste! Contactad conmigo si os apetece y hablamos de ese proyecto. ^___^
Como Martes tiene tu contacto, ya se encargará ella de ponerte al corriente.
😀 😀 😀 😀 ¡Señor, sí, señor!
P.D. Si Enrique Carlos aporta una de sus ilustraciones, ya podemos hacer fiesta mayor en Isla Imaginada 😀 😀 😀
^____^
🙂 La idea es crear una especie de bolsa en la comunidad de Isla Imaginada a la que escritores e ilustradores irían aportando alguno de sus trabajos, de manera que se establecieran colaboraciones en las que ambos artistas ganaran.
En tu caso, como escribes e ilustras, ya está todo en un pack 😀 😀 :D, pero hay quien escribe bien y no dibuja, y hay quien dibuja bien pero no escribe. La idea es reunir talentos 🙂
Aquí puedes ver un poco más…
https://plus.google.com/u/0/communities/110400371045454544573
Si quieres aportar alguna de tus ilustraciones, serás el primero. Y algún escritor se podrá inspirar en tu dibujo y así empezar a llenar esa bolsa de talento 😉
¡Me apunto! Ya me aclararé con algo de tiempo (y quizás te mande algún email), estoy algo despistado con todo esto de momento, pero contad conmigo 🙂
Es una leyenda tan antigua, que tiene muchas versiones. Esta mía es una más 🙂 Y estoy de acuerdo contigo, porque ya lo dije en las redes que, en este caso, lo mejor de este martes es la ilustración 😉
¡Un abrazo, Jerby!
Es un hermoso cuento, con una experiencia interior profunda. Leerlo invita a definirme como persona, reconocerme, saber que tengo cosas que considero malas pero que terminan siendo mucho bien para otros. Saludos.
Sin duda que sí.
Hay cosas que nosotros consideramos que no sirven para nada y, sin embargo, llenan de belleza la vida de otros.
Si te es difícil verlo solo, pregunta a las personas que te rodean… ¡Quizá te sorprendan las respuestas!
Un abrazo y feliz investigación 🙂
Como decir ahora, que siento que hago siempre todo a medias.
Sería necio por mi parte al leer el final.
Necesitaré un monje que me convenza Jjj
Gracias
Tus «a medias», si los haces lo mejor que sabes y puedes, son «enteros» para alguien. ¡Nunca dejes de hacerlos!
Lo peor que podemos hacer es compararnos con lo que nos rodea, porque siempre nos queda la sensación de que alguien lo hace mejor, más rápido, más bonito, más completo… y, a continuación, dejamos de hacerlo y nuestras «flores» se mueren.
Lo que tú hagas será distinto y alguien, aunque no lo sepas, agradecerá que lo hagas 😉
Que cansinos somos los que saltamos sin parar para llegar a la piñata jaHaha
Gracias guaper
😀 😀 😀 Eso de saltar me ha recordado al enano del chiste… el que pedía la Fanta… 😀 😀 😀 😀
jajaja, eso ha sido muy bueno, Margui.
Marchando otro monje para mí.
Con una cocacola light por favor jajaja
😀 😀 😀 😀 😀
😀 😀 😀 😀 Tendremos que organizar un viaje a la India 😉