
Ilustración: Pixelena
Había una vez un hombre muy rico que vivía en una gran mansión llena de habitaciones, grandes jardines y mucho lujo. Sin embargo, como muchos otros, tenía un problema: no era feliz. A pesar de tener fortuna y prestigio, sentía que le faltaba algo y nunca se sentía del todo contento.
En la mansión trabajaba un criado que siempre estaba alegre; realizaba sus tareas con placer y en su rostro se dibujaba una eterna sonrisa. Cuando se cruzaba con él, el rico se preguntaba siempre cómo podía ser que un hombre así, tan pobre y con un trabajo tan humilde, fuera tan feliz.
Un buen día, comentó el asunto con uno de sus secretarios:
—No entiendo cómo ese criado puede sentirse feliz. No lo he visto nunca enfadado ni he visto salir de su boca ni una sola queja. Haga el trabajo que haga, en su cara siempre se dibuja una gran sonrisa de felicidad.
—Lo que sucede, señor, es que este hombre no pertenece al Club del 99- Por eso es tan feliz —contestó el secretario.
—¿El Club del 99? ¿Qué es eso? — preguntó el rico. muy extrañado.
—Se lo demostraré —explicó el secretario con firmeza— Esta noche, cuando el criado esté en su casa, dejaremos en su puerta una bolsa con 99 monedas de oro. El resto podrá comprobarlo usted mismo.
Y así sucedió. Aquella noche, cuando el sirviente se encontraba en su humilde casa, feliz y contento al lado de su familia, el rico y el secretario dejaron en el suelo, frente a su casa, una bolsa con 99 monedas de oro, golpearon en la puerta del pobre hombre y, rápidamente, se escondieron detrás de un árbol y observaron lo que sucedía.
El hombre abrió la puerta, miró a un lado y al otro, pero no vio nada fuera de lo normal. Entonces se fijó que en el suelo había una bolsa que parecía no pertenecer a nadie. La recogió del suelo y entró en su casa. Junto a su mujer y a sus hijos, la abrió, muy extrañado por lo que estaba ocurriendo.
Cuando vio lo que contenía, comenzó a llorar de alegría, ¡una bolsa con monedas de oro! ¡Qué bien le venía aquel inesperado regalo! A partir de ese momento, no tendría más preocupaciones. Toda la familia podría vestir y comer como los ricos. Irían juntos de paseo todos los días, y aún serían más felices de lo que eran.
Sin perder un instante, decidió contar las monedas para saber cuán grande era su fortuna:
—Una, dos, tres…. —y llegó al final—…, noventa y ocho, noventa y nueve… —El hombre se puso furioso, no podía creer lo que estaba sucediendo— . ¡Me han robado una moneda! —comenzó a gritar fuera de sí— ¡Alguien se llevó la moneda número cien!
Y fue justo en ese instante cuando aquel hombre, antes tan feliz, entró a formar parte del Club del 99.
La expresión de su cara cambió. Su eterna sonrisa se transformó en una mueca de odio y malhumor y su felicidad desapareció para siempre.
En el trabajo, el pobre hombre ya no sonreía ni era amable con la gente, hasta con el rico, antes tan atento, ahora se mostraba hostil.
Empezó a trabajar más y más para intentar conseguir la moneda número 100, a la que él creía tener derecho.
Un buen día, el rico se acercó a su sirviente y le preguntó qué le ocurría:
—¿Por qué andas siempre con esa expresión de enojo en tu cara?
—¿Y por qué crees tú que debería estar contento? —gruñó el criado—. Yo no tengo que hacerte reír, mi obligación es hacer el trabajo por el que me pagas, pero no puedes obligarme a estar alegre.
Con aquella contestación, el rico comprendió lo que significaba pertenecer al Club del 99 y, sin decir ni una sola palabra, se alejó pensando en las 99 razones que él tenía para ser feliz.
FIN
No debía haber tenido ninguna y todavía quería más… La avaricia es algo que tiene la gente innato… Qué pena de ser humano… Besitos
Ciertamente, la avaricia es un mal común en muchas personas. Siempre queremos la moneda que hace 100 y nos olvidamos de gozar de las otras 99. ¡Qué tontos somos!
Feliz semana, Óscar
Martes, en estos días en los que mucha gente se los ha pasado contando voto, este cuento viene muy bien.
Besitos.
Tienes la habilidad de conectar los cuentos con la realidad de forma magistral. ¿Será eso porque eres más listo que los ratones colorados? 😀
¡Un abrazo, ratón!
una frase que siempre me impacta, » menos es más» y hoy con este cuento la encuentro muy acertada.
Feliz martes!!!
Sin duda, la cantidad no garantiza la calidad.
Un gran abrazo y feliz semana lectora.
El ser humano es mezquino en general.
Feliz martes! 🙂
Somos una mezcla entre seres divinos y seres infernales. Trabajemos para que sea el primer ser el que tome el mando en nuestra vida 😉
¡Feliz martes, Toni!