
Ilustración: Juan Caminador
En el lejano Oriente vivió un rey al que le gustaba mucho escuchar cuentos antes de quedarse dormido. Todas las noches, después de cenar, se acurrucaba en su cama y hacía llamar a alguien para que le relatara alguna historia.
Una noche pidió que le contaran un cuento largo, pero muy, muy largo, pues no tenía ni pizca de sueño.
Entonces llegó una contadora de cuentos y le contó un cuento muy largo al rey, pero… nada. El rey seguía muy despierto, no quería quedarse dormido y le pidió otro cuento. Entonces la contadora de cuentos le contó otro, pero tampoco funcionó. El rey no se dormía. Tenía los ojos abiertos como los de un búho.
Cuando la narradora ya llevaba contados más de una docena de cuentos y el rey todavía no se quedaba dormido, se le ocurrió una idea, y le contó el siguiente cuento:
Érase una vez un campesino que viví en lo alto de una montaña. Un día bajó para ir a comprar ovejas a un pueblo vecino. Compró muuuuchas ovejitas y después de pagar, decidió regresar con su gran rebaño a casa. Por el camino, tuvo que atravesar un río y para que los animales no se ahogaran, buscó la parte menos profunda para que las ovejitas no se ahogaran, pero era un paso tan, tan estrecho que no tuvieron más remedio que atravesarlo una por una, Primero pasó una, luego dos, luego tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho….
Al llegar a ocho, no fue el rey el que se quedó dormido, sino la narradora de cuentos. El soberano aguardó unos minutos, pero al final, muy impaciente, la despertó:
—¡Pero no te duermas! ¡Termina de contarme el cuento!
—¡Calma, Majestad! —repuso la narradora de cuentos—, el río es muy peligroso y el pobre pastor ha de tener mucha paciencia y atravesar todas sus ovejas una por una. Ahora mismo termino la historia…
El pastor siguió pasando las ovejitas de una orilla a otra… nueve, diez, once, doce, trece, catorce, quince…
El rey siguió escuchando atentamente cómo el pastor iba atravesando, una a una, todas las ovejas de su rebaño. Cuando ya habían atravesado el río casi cien ovejas, el monarca, por fin, se quedó profundamente dormido.
Dicen que a partir de entonces es costumbre recomendar a las personas que no se pueden quedar dormidas que cuenten ovejas para conciliar el sueño.
FIN
Hoy os leo tarde y desde Francia, pero os leo!
Gracias por otro bonito cuento.
¡Qué bien que los cuentos traspasen fronteras!
Un abrazo, Toni. Felices lecturas.
Pues yo había pensado alguna vez de dónde vendría lo de contar ovejas. Ahora ya lo sé. Gracias por sacarme de dudas!!! Feliz semana!!
Todo tiene una explicación… y si no la tiene ¡inventamos un cuento!
Feliz semana cuentera.
Pobrecita la narradora se durmio.y la despertaron, que suerte que el rey se durmio
Lindo cuento para contarle a los niños
Un abrazote
Lo commparto en face :
Edda Diaz, dama de humor
Gracias por hacer volar los cuentos, Edda. Además de la Dama del humor, te nombraremos cuentera mayor del reino.
Miles de abrazos y feliz semana de cuento.
Pues a mi me parece que no funciona muy bien contar ovejas, yo tengo problemas para dormir me canso de contar y el sueño no aparece
Felizzzzz martes
Será que cuentas pocas 😀 😀 😀 😀 Deberías intentar contarlas pasando el río. PEro si aún así no puedes dormir, entonces intenta soñar despierta.
¡Felices y maravillosos sueños!