Colgaba una araña
de un hilo muy fuerte,
y se columpiaba
feliz con su suerte.
Arriba y abajo;
abajo y arriba,
y sus carcajadas
de lejos se oían.
Pasó por allí
un ratón gigante,
se subió al columpio
feliz y campante.
Después un monito,
igual que el ratón,
de un ágil saltito
también se montó.
El rey de la selva
su pelo trenzó,
tomó carrerilla
y al hilo brincó.
Con grandes orejas
llegó un elefante,
que subió al columpio
con paso elegante.
Araña, monito,
león y elefante,
se balanceaban
pasándolo en grande.
Contento un mosquito
al grupo se unió,
y el hilo de araña
al fin se rompió.
Cayeron al suelo
todos dando gritos,
y echaron la culpa
al pobre mosquito.
Poema: Marisa Alonso Santamaría
Sí, lo reconocemos, las poesías de Marisa nos encantan. Así, que cuando leímos esta, enseguida le pedimos permiso para poder traerla a «Martes de cuento».
La historia que cuenta, nos invita a reflexionar sobre nuestros fracasos y sobre la tendencia, tan humana, de echar la culpa a los demás o a las circunstancias de todo lo malo que nos ocurre, sin pararnos a analizar qué es lo que de verdad ha fallado para intentar solucionarlo. Así, que la próxima vez que algo nos salga mal, deberemos acordarnos del pobre mosquito y reflexionar en si de verdad él ha sido el culpable de todo.
Ilustración: Nana-S
😀 😀 Si es que muy difícil encontrar el justo punto medio entre la culpa externa y la interna. Ni tanto, ni tan calvo. Hay que inculcar en los niños el sentido de la responsabilidad, pero no el de la culpabilidad 😉 ¡La teoría es fácil!… lo difícil es ponerlo en práctica. Seguiremos ensayando.
Es el problema que tenemos las personas. Nunca tenemos la culpa de nada, siempre hay algo o alguien a quién podérsela echar. Aunque sea sin sentido. Muy bonita poesía.
Cuánta razón tienes, Oscar, cada vez somos más especialistas en sacarnos las pulgas de encima. Además, no enseñamos tampoco a los más pequeños a reconocer sus propios errores para intentar mejorar, sino que los enseñamos a que la culpa de que las cosas no salgan como ellos esperan nunca es de ellos, sino que viene de fuera.
Quizá sea una bobada, pero eso me pasa ahora con la pequeña. Mi suegra cuando se da un golpe le dice que riña a la silla, o la mesa, y que le diga que no se hace. Yo cuando se da un golpe y le dice delante de mí “silla, no se hace”, le digo “hija, has sido tú que ibas despistada” 😛 Si la culpa es de ella, por qué va a ser del mueble que estaba quieto?
😀 ¡¡Los grandes talentos coinciden!! Te iba a hacer este mismo comentario. Leí hace poco un post sobre cómo ya desde pequeños enseñamos a los niños a echar la culpa al entorno, pero ni que me maten puedo recordar en qué blog fue y por eso no lo he mencionado 😀 😀 Me pareció una reflexión muy lúcida.
Que haya coincido en una reflexión contigo me enorgullece sobremanera. Tengo tan buena consideración de ti (como todo el que te conoce) que es hasta un halago. Yo esas cosas suelo comentarlas con mi punto de vista contrario. Lo que no puede ser, no puede ser. Besitos martes
… y además es imposible… como dijo aquel francés 😀 😀 😀
Muy bonita poesía, a los niños les encantará seguro!! y es verdad el pobre mosquito carga con las culpas, pero yo no perdono a los que me pican!!!, jajaja
Según dicen, son las “mosquitas”, o mosquitos hembra, las que en realidad pican así que, de nuevo, ¡el pobre mosquito ha cargado con la culpa! 😀 😀 😀 😀
Gracias Martes de cuento. Siiii, pobre mosquito!!
Me encanta que lo hayas traído hasta aquí, para mi es un verdadero lujo.
Un beso muy fuerte
Me parece a mí, que este pobre mosquito nos acompañará a muchos de nosotros de ahora en adelante cada vez que tengamos la tentación de quejarnos porque las cosas no salen como esperábamos. Creo que hasta les podremos perdonar la próxima picadura 😀 😀 😀 😀 ¡Gracias por el poema! 🙂
Gracias a ti Martes de Cuento.
Un abrazo