
Ilustración: Doodle de Google del 22-09-2016
Filotea tenía que tomar una decisión importante.
—¿Me tiro o no me tiro?
Miró para abajo.
—¡Gggg! ¡Me da vértigo!
Volvió a mirar.
—¡Gggggggggg!
Se dijo a sí misma: «Filotea, coraje».
Juntó las manos, cerró los ojos, apretó la respiración, tomó impulso y… no se tiró.
—¿Qué hago?
Se puso rodilleras, muñequeras, zapatos de corcho, un almohadón en el traste.
—Ahí voy. Un, dos, trr…
No fue.
—¡Es tan alto! ¿Y si me estrello? Necesito más protección.
Se puso un chaleco neumático, un casco, un paracaídas en la espalda. Lo último fueron las antiparras.
Entonces sí: pegó envión y zzzzzzzz cayó planeando sobre la vereda sin romperse nada.
Las hojas como Filotea siempre exageran un poco, pero al final, en el otoño, se animan y zzzzzzzz caen.
Hermoso todo
Jajajaja, precioso!!
Ya todas las hojas caídas serán Filoteas
😀 😀 😀 😀 ¡Sin duda! Siempre que en otoño veo hojas pienso en ella 😉
Precioso!! nunca imaginé como se sentirán las hojas que caen en otoño…
🙂 ¡Ahora ya nunca las volverás a ver del mismo modo! Cuando veas una hoja caída en el suelo, te vendrá a la mente Filotea 😀 😀 😀
Justo eso estaba pensando y estoy deseando contárselo a mí rubio esta tarde cuando vayamos a pasear jejejej
😀 😀 😀 😀 ¡Seguro que le encantará saber que son un poco miedosas!
Deliciooooooooso relato! Martes de cuento siempre sorprendiendo!!!! Que grande es la naturaleza y cuanto podemos aprender de ella.
🙂 ¡Solo necesitamos mirarla con los ojos de los niños para descubrir en ella lo sorprendente! La costumbre suele matar la capacidad de asombro 😉